El acompañamiento asegurador, una labor también clave en el asesoramiento financiero
Un asesoramiento financiero experto conlleva un gran conocimiento de todos los ámbitos del ahorro y la inversión, así como estar al día de la actualidad política y económica. Pero además, hay una labor clave a la hora de proteger y hacer crecer el patrimonio: el acompañamiento asegurador.
En un entorno tan complejo e inestable como el actual, un profesional del asesoramiento financiero tiene que acompañar a su cliente teniendo un gran conocimiento de su realidad y del contexto económico, para hacer crecer su patrimonio y protegerlo en cualquier circunstancia. Por este motivo el punto fundamental de su actividad debería ser, necesariamente, identificar los riesgos que pueden amenazar su integridad.
Esto supone contemplar no solo los riesgos financieros —como el de mercado, el riesgo de divisa incluso el riesgo geopolítico —, sino también otros riesgos que forman parte de la vida más cotidiana del cliente, pero no por ello menos importantes.
Estos son los llamados riesgos asegurables, los cuales si no están contemplados o convenientemente valorados pueden suponer un peligro para la integridad del patrimonio financiero que se quiere preservar. Este acompañamiento asegurador es de vital importancia si queremos tener una visión global del riesgo.
Minimizar el impacto de una contigencia
El ejemplo más claro en el ámbito particular es que, antes de que se produzca una enfermedad grave, accidente o un fallecimiento, gestor y cliente deben trabajar conjuntamente para determinar cuál sería la pérdida de ingresos que tendría la familia del cliente en caso de producirse alguna de las contingencias antes mencionadas, y para elaborar un ‘plan B’ con la mejor fórmula para que no se produzca esa pérdida ingresos o, al menos, minimizarla.
En el ámbito empresarial pasa lo mismo. Un gestor cualificado debe contemplar los riesgos que pueden afectar a la cuenta de resultados de la empresa cliente, como una reclamación por un error de gestión o cualquier reclamación por responsabilidad civil y, algo muy de actualidad, cuando como consecuencia de un incidente ‘ciber’ se produce una paralización de la actividad o un daño reputacional, con la consecuente pérdida de clientes.
En definitiva, es este el acompañamiento asegurador que se desarrolla paralelamente a la gestión de su patrimonio financiero ya que ambas son realidades son complementarias porque ambas se ven afectadas ante contingencias.
La ‘triple A’ del acompañamiento asegurador
En el contexto del acompañamiento asegurador, lo ideal es hacer una analogía con el mejor rating financiero, AAA: Averiguo (conozco la realidad del cliente), Ajusto (adapto el ‘plan B’ a esa realidad) y Aseguro (transfiero el riesgo a la compañía de seguros a cambio de un coste fijo que es el precio del seguro).
Es cierto que, en un mercado tan competitivo como el actual, muchas veces se dirige el foco al precio. Pero debemos ser conscientes que este no lo es todo, es importante sí, pero sólo es una parte del ‘plan B’. En un seguro hay partes mucho más relevantes:
- Tenemos una compañía solvente y especializada en la realidad del cliente que se quiera cubrir.
- Coberturas construidas para que se adapten a las realidades diferentes del cliente con el fin de proteger sus activos.
- Servicio que fluya en el momento en que se produzca la contingencia.
- Y por supuesto, un precio adecuado a lo que se quiere cubrir.
Pero por encima de esto, o más bien envolviendo estos factores, debe estar el gestor que ha sabido conocer, adaptar y cubrir unos activos expuestos. Esta es la esencia del acompañamiento asegurador que no solo protege el patrimonio financiero del cliente, sino que también le da tranquilidad y seguridad emocional al saber que está protegido ante cualquier eventualidad.
Acompañar para conocer y proteger.