Asesoramiento y finanzas

Inversión en private equity, una opción para diversificar y descorrelacionarse de los vaivenes de los mercados

Escrito por: BancaMarch
Publicado: 08 julio 2024
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Buscar rentabilidad con inversión en private equity es una buena opción para la diversificación de la cartera. Esta modalidad de inversión tiene un enfoque a largo plazo y puede suponer un buen complemento para activos de renta fija o inversiones en renta variable, principalmente, por su descorrelación con la marcha de los mercados. Explicamos a continuación qué entendemos por private equity (PE) y sus principales ventajas.

A la hora de construir una cartera de inversión se suele tener muy en cuenta la premisa de la diversificación, siempre recomendable con el asesoramiento financiero de expertos que tengan amplios conocimientos de soluciones más complejas.

Con una cartera variada se pueden combinar objetivos parciales, como pueden ser, por ejemplo, el aprovechamiento de un momento coyunturalmente bueno para la renta variable o la renta fija, una protección contra la inflación con visión más a largo plazo —hasta diez años—, o la elección de activos alternativos no sujetos a los vaivenes o volatilidad de los mercados.

Inversión en capital de empresas

En este último grupo de soluciones alternativas entraría la opción de private equity, que consiste en una inversión en capital de empresas, generalmente no cotizadas en los mercados, que tienen un potencial de crecimiento, y por tanto, de revalorización y de buenos retornos para el inversor. Además, como participante  del capital, se puede acceder a la gestión de la empresa de forma activa.

Desde el punto de vista de las empresas, el aporte financiero procedente del private equity —financiación alternativa a la bancaria— les supone un impulso para fortalecerse y acometer nuevos proyectos de crecimiento y expansión, en busca de una mayor rentabilidad.

Tipos de inversiones en private equity, también para particulares

Tradicionalmente, se había asociado esta modalidad de inversión a actores institucionales, pero en la actualidad hay vehículos como fondos de private equity o programas de coinversión que permiten participar también a inversores particulares.

La tipología de private equity tiene mucha relación con la fase de vida en la que se encuentran las empresas en las que se invierte. Si hablamos de startups, o empresas incipientes, se acude al término de venture capital. Generalmente, este tipo de inversión es de más alto riesgo, pero también puede ser una gran oportunidad por el potencial de crecimiento y, sobre todo, si esas startups se consolidan y alcanzan el éxito. Hay muchos ejemplos de empresas surgidas desde cero que en poco tiempo han alcanzado una importante revalorización, con ventas que han generado importantes retornos.

Otras modalidades de private equity son las adquisiciones apalancadas, apoyadas en deuda, el capital para expansión y desarrollo de una empresa ya consolidada, capital de sustitución para entrar en una empresa en sustitución de otro socio, o capital de reestructuración en el caso de solucionar los problemas financieros o dar un giro estratégico a la empresa.

Actores en private equity

En un proyecto de inversión en private equity adquiere importancia la figura de la entidad de capital riesgo, que es la que se encarga de la búsqueda de inversores y de la gestión de la inversión, actuando como intermediaria financiera. La entidad puede crear un fondo, en el que participan los inversores, que es el que formaliza la entrada como socio capitalista en una empresa determinada. Ese fondo, aparte de la opción de formar parte del capital de una empresa, puede a su vez buscar rentabilidad construyendo una cartera diversificada y a través de inversiones en otros fondos, que es lo que se conoce como fondo de fondos.

Beneficios del PE y algunos riesgos

La principal ventaja de este tipo de inversión en el capital de empresas es el mencionado factor de diversificación que introduce en las carteras, con esos componentes de largo plazo y descorrelación de los mercados.

Otra ventaja importante tiene que ver con la rentabilidad. Al ser una modalidad de mayor riesgo intrínseco que otros activos tradicionales, también sus expectativas de retorno son más altas. Para medir el acierto de una inversión en private equity, existen indicadores como el retorno sobre el capital invertido, la Tasa Interna de Retorno (TIR) que refleja la rentabilidad anual, o el múltiplo sobre sobre el dinero inicial invertido. Al potencial de estos retornos contribuirá la revalorización que la empresa haya conseguido en el periodo de la inversión, es decir, la diferencia entre el precio de compra y el de venta, y los dividendos conseguidos.

Además de las ventajas enumeradas, en una inversión en private equity hay que considerar otros factores que, en algún momento o bajo determinadas circunstancias, pueden ser de riesgo. En primer lugar, conviene tener claras las necesidades de liquidez que se puedan tener en el periodo establecido para la inversión. Si es posible que surjan, quizá una inversión ilíquida no pueda ser una buna solución, ya que los compromisos suelen ser a largo plazo.

Otra circunstancia que puede darse es que la empresa a la que se ha aportado capital no consiga el crecimiento esperado o tenga una gestión deficiente y, por tanto, no se alcancen las expectativas de la inversión. Finalmente, no hay que dejar de lado factores externos que puedan influir en la estabilidad de los proyectos de inversión, como los geopolíticos, climáticos, normativos o regulatorios.

Para paliar estos riesgos, nuevamente aparece la necesidad de contar con asesores expertos que tengan conocimiento de los ciclos económicos y capacidades estratégicas para identificar las mejores oportunidades.